Resumen De La Película Disconnect
La película narra tres historias paralelas con un
denominador común: la interacción social online. Aborda problemáticas de la
sociedad actual cuyas principales causas provienen del surgimiento de Internet
en la vida cotidiana de los individuos, del universo 2.0: el robo de identidad,
el acoso cibernético y el difícil equilibrio entre adolescencia e Internet.
La historia principal trata sobre la intimidación online,
otra sobre el robo de identidad y la última sobre una periodista que trata de
salvar a un joven menor de edad, que gana dinero mostrándose vía webcam.
Disconnect representa dramas como el de personas separadas por pertenecer a
diferentes mundos y ser de diferentes edades; personas que creen que están
solas y que no cuentan con el apoyo de nadie y deciden abandonar este mundo;
padres demasiado ocupados en sus trabajos, pendientes de sus celulares y sin
tiempo para atender
a sus familias; parejas que no pueden hablarse después de
haber sufrido una gran pérdida y que buscan apoyo en otras personas.
En el presente ensayo se buscará analizar la historia de
Ben, un chico que como muchos en la actualidad, es víctima de la agresión o
intimidación online, también llamada bulling, por parte de chicos de su misma
edad. Ben Boyd es un adolescente de unos 12 años de edad, un chico sin amigos,
quizá por ser considerado raro por quienes lo rodean, incluso por su hermana
mayor, también adolescente. Ambos acuden al mismo colegio y su hermana intenta
ignorarlo cada vez que se encuentra con él en los pasillos. Su padre es
abogado, adicto al trabajo, lo que fundamentalmente afecta a Ben, su único hijo
varón.
En consecuencia, Ben se refugia en su cuarto la mayor parte
del tiempo, en donde compone su propia música y la graba con su computadora, la
que también utiliza para socializar con desconocidos libres de prejuicios en
las redes sociales, con quienes comparte su fanatismo por las bandas under y
publica sus grabaciones. Facebook le da la libertad de expresarse, de ser quién
realmente es: un chico talentoso, inteligente y en efecto atractivo para
quienes no conocen su realidad. Sobre esto último, Castells (2001) explica que
los juegos de rol y la construcción de identidad como base de la interacción
online es un tipo de actividad que tiende a concentrarse especialmente
en círculos adolescentes. En efecto, los adolescentes son
personas que se encuentran en proceso de descubrimiento de la identidad y
experimentación de la misma, o de averiguar quiénes son realmente o quiénes les
gustaría ser.
El nudo de la película se desarrolla cuando dos compañeros
de clase, con la intención de reírse de él, crean un perfil falso con la foto
de una chica a la que llaman Jessica, que demuestra interés en su persona. Así,
logran entablar un diálogo atractivo para Ben, quien por primera vez
experimenta una amistad con alguien del sexo opuesto, con la que logra
identificarse por tener gustos similares y al mismo tiempo sentirse comprendido
por tener los mismos problemas.
Para poder entender este vínculo, es necesario retomar a
Howard Rheingold, quien en su libro Virtual Communities (1993-2000), anunció el
nacimiento de un nuevo tipo de comunidad, que reúne a la gente online en tomo a
una serie de intereses compartidos, creando lazos que podrían extenderse a la
interacción cara a cara.
En este caso, es evidente que la relación cara a cara es
imposible.
Sin embargo, al recibir Ben una foto algo sugestiva por
parte de su supuesta amiga y al haber ganado su confianza, el protagonista es
motivado a hacer lo mismo, y así le envía su foto. Al día siguiente, esta foto
es enviada a todos sus conocidos y compañeros del colegio. Al enterarse de lo
ocurrido, Ben no puede sentirse más humillado e instantáneamente sale corriendo
de su casa, tras lo cual se encierra en su cuarto.
Una encuesta de Unicef reveló que el 23% de los chicos fue
agredido alguna vez en Internet y en las redes sociales y que el 16% sostuvo
haber usado la web para perjudicar a otra persona (La Nación, 2012). De esta
lectura se desprende que lo que ocurrió con Ben no sólo pasa en las películas,
sino también en la vida real. Como sostiene Castells (1995):
La gente que vive vidas paralelas en pantalla está en
cualquier caso limitada por los deseos, el sufrimiento y la
Mortalidad de sus seres físicos. Las comunidades virtuales
nos presentan un dramático nuevo contexto en el que
Pensar sobre la identidad humana en la era de Internet. (p.
267)
El desenlace de su historia culmina de la peor manera: Ben
intenta suicidarse. Su hermana es quien lo encuentra a tiempo colgando del
techo de su cuarto. Pero a pesar de esto Ben jamás recuperó la conciencia. No
pudo soportar semejante humillación, la cual indudablemente en lugar de
integrarlo a sus círculos terminó alejándolo por completo. Es necesario
recordar a Durkheim (1965), quien estudió el suicidio como hecho social, del
cual pudo diferenciar tres tipos. Uno de ellos se corresponde con lo ocurrido a
Ben: el suicidio egoísta, que ocurre cuando los individuos no están integrados
a un grupo social, cuando la autoridad del grupo y la fuerza de las
obligaciones
impuestas por un medio estrecho no reducen los deseos de
perder la vida.
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